16.9.13

Cuando ya no queda sentido.

¿Existen realmente límites cabeza-corazón? ¿Es cierto que hay ciertos topes que hacen a una persona desistir, cambiar de opinión, contraatacar o, por el contrario, tan sólo es leyenda urbana?
¿Se puede estar eternamente ciego? ¿Qué motivos se necesitan para perder la venda que no te deja ver?
Tengo miles de preguntas y nadie sabría qué responderme, sólo contestarían con casos hipotéticos. Observando desde tiempo atrás, unos dos años, he podido comprobar que tenemos un mecanismo de auto-negación que nos dice que no es posible, que hay una explicación razonable para ciertos comportamientos y/o situaciones que no comprendemos y que son poco probables en una persona ajena a nosotros. Con ello nos auto-engañamos, buscamos tres pies al gato, otros culpables o una simple casualidad (a veces cientos de casualidades) para no aceptar una acción intolerable, es como si nos resistiéramos a aceptar que en cierto modo nos han "utilizado", que se han servido de nuestra ingenuidad y ceguera.
También nos auto-destruimos porque, si lo pensamos detenidamente, somos nosotros mismos los que nos abocamos al vacío creyendo en alguien o algo plenamente, sin hacer caso de las advertencias, rumores y evidencias que nos llegan. Es nuestra propia estupidez la que nos confunde.
Todos hemos conocido a alguien que no hay manera de hacer entrar en razón pero, en mi caso, es exasperante el nivel de noquieroentender-noquierorazones que aprecio en cierta persona, no se da cuenta que lo está matando, literalmente. Yo hago todo lo posible por ayudar pero no sirve de nada, no sé si hay solución, ni respuestas.
No sé, os animo a contarme si os ha pasado lo mismo. Aquí os dejo un texto más. Un muack ♥


Me cobijo bajo las mantas y los truenos, bajo las gafas de leer y la coleta mal hecha. Con la cara lavada y el alma sucia, tecleando inútiles ideas de cabezas paranoicas. La vecina grita, el ascensor baja y mi tensión sigue subiendo. Los libros entreabiertos cubren el desorden, las cortinas ya no sirven de escondite.
La radio pierde sintonías y mi sensatez... esa también. El polvo tapiza las estanterías, las fotos, las evocaciones de besos dados y sin dar. El teléfono ya no saluda ni tampoco se despide, mi lengua ya no se desgasta con juramentos en arameo. La cólera ha venido dispuesta a quedarse. Reina de corazones sin amor, sin caballero, con la cama deshecha y la corona empeñada. Y que no, no hay cuentos que prevengan de un final.
Las maldiciones se duplican, se triplican en busca de justicia terrenal justo al empezar de cada día, de cada amanecer nublado, como la hora de regreso de las prostitutas, los yonkis y los corredores de juegos, como la hora feliz de los borrachos.
Las desgracias deben tener horarios de desgaste, que se lo digan a las lágrimas saladas, a los puños cerrados, a los ojos transitados de rabia. Suena lejano reinventarse dentro del mismo agotamiento. Agota, más que otra cosa, estar agotada y cansada del cansancio. Dependiente exclusiva de la luz apagada, las canciones sin traducción y la amistad fiable de mi almohada. Con las sienes repletas de planes y confusiones vitales, con el pecho en eternas fechas festivas.


3 comentarios:

  1. Hermoso texto, me agrada la forma en la que escribes. En esta vida todo es un misterio, vivimos en un mundo lleno de pros y contras, donde todo es relativo y donde nuestra propia mente nos contradecirá.
    Besos

    ResponderEliminar
  2. Qué chulo el blog! Muchas gracias por tu comentario, por supuesto yo tambien te sigo ;)

    ResponderEliminar
  3. Cuando aceptamos que nada tiene sentido, somos libres de crear y imaginar a nuestro antojo.

    Saludos :)

    ResponderEliminar